Llegas a cierto punto en el que se te olvida sonreir.
Se te escapa esa chispa que antes tenías.
Y no recuerdas como pasarlo bien.
Puede que suene como una tontería, que la gente ni te haga caso, pero duele. Duele que estés pasando por un mal momento. Duele que nadie pueda realmente ayudarte.
Duele que personas a las que quieres, te den la espalda, se olviden de ti, se olvidan de que lo estás pasando mal, que necesitas alguien ahí, que te recuerde que la vida sigue, que hay que mirar hacia delante, y que termine dándote ese abrazo que consiga por fin sacarte esa sonrisa que necesitas.
Pero nadie se digna. Nadie tiene el valor de dejar el orgullo a un lado, de dejar de mirar por ellos mismos y dedicarse un poco más a los que le rodean. No, nadie.
Y es ahí, en ese momento, cuando te das cuenta que estás tú, el tiempo y los problemas, y que no puedes afrontarlos tu sola, pero, ¿Quién lo va a hacer por ti?
Y dime negativa. Dime pesimista,que soy una amargada, sí, dime lo que quieras que no contestaré, pues la vida te dará todas las respuestas, te quitará la venda que te ciega, te hará madurar, y te dará la bienvenida a la realidad, donde tú eres tu mejor amiga tu única aliada, la única verdad entre las mentiras. Tu salvación. Tu mundo y que le jodan a los demás.
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